El verdadero valor de dar
Una moneda. Una reacción inesperada. Y una gran lección. Lo que comenzó como un simple gesto de dar, se convirtió en un espejo de mi vibración, del ego, de la energía con la que hacemos las cosas. Este blog no es solo una historia, es una invitación a observar nuestras emociones, a elegir desde la conciencia y a recordar que todo lo que vivimos es una respuesta a nuestra frecuencia interna. ¿Estás listo para ver el aprendizaje oculto en lo cotidiano?
CRECIMIENTO PERSONAL
Gabriela Juvera
4/22/20253 min leer


Mientras iba a cargar gasolina, vi a un hombre pidiendo dinero entre los coches. Estaba sin camisa y no alcancé a ver que era lo que hacía para que la gente le diera.
Quise ayudarlo. Revisé donde guardo monedas y encontré solo cinco pesos. Pensé: tal vez esto le sirva de algo. Cuando se acercó, yo traía la música fuerte, le dije: es todo lo que tengo. No sé si no me escuchó, pero al avanzar, me aventó una moneda al coche, despreciando lo que le di.
No me enojé, solo sentí una mezcla de tristeza y desconcierto pero me acerqué y le dije que si despreciaba lo que la gente le daba, cerraba la puerta a las bendiciones. No lo hacía para humillarlo, sino porque en ese momento era lo único que tenía. Pero él no me escuchó. Estaba tan atrapado en su propio enojo, repitiendo que tenía trabajo y que no necesitaba estar ahí. No hubo manera de razonar con él, así que subí el vidrio y seguí mi camino.
EL VERDADERO VALOR DE DAR
Al día siguiente, entendí la lección. Si voy a dar, que sea algo que realmente ayude. Si no tengo algo digno, mejor no daré nada.
Porque dar no se trata solo de una transacción material. Se trata de la energía con la que lo hacemos. No es lo mismo dar por lástima que dar desde la compasión. No es lo mismo dar por obligación que dar con amor y respeto.
Todos estamos más conectados de lo que creemos. No somos individuos aislados, sino parte de una red de conciencia. Lo que falta no es solo dinero, sino amor, comprensión, respeto. No se trata de dar por lástima, sino de dar desde el corazón y con la intención correcta.
EL REFLEJO EN LO COTIDIANO
Ese mismo día, lo vi reflejado en otras situaciones. Fui a resolver un problema con mi proveedor de telefonía, y me atendieron con impaciencia, con respuestas cortantes. Es fácil pensar: "seguro odia su trabajo", pero a veces el desinterés y la falta de calidez vienen de un lugar más profundo: de vivir en automático, atrapados en la urgencia, desconectados del propósito.
Más tarde, en una tienda compré un chocolate y pagué con un billete de 200 pesos. La cajera me miró con fastidio y me preguntó si no tenía otro. Al final, me dio el cambio en 25 monedas de un peso, dejándolas en el mostrador con desgano. No dije nada, solo las conté con calma y las guardé en mi cartera. Pero al final, mi ego reaccionó y le dije algo despectivo.
Y ahí estaba la verdadera enseñanza. El universo me mostraba el ego, tanto en ellos como en mí.
SABER DAR
Cada persona que encontramos está lidiando con sus propios conflictos internos, con emociones reprimidas, con una vida que tal vez no eligieron. Pero en lugar de reaccionar desde el ego, puedo elegir estar en paz, mantenerme en mi centro.
Si controlo mi mente, si observo mis emociones sin dejar que me dominen, puedo trascender cualquier situación.
La próxima vez que dé, lo haré desde el corazón. No desde la lástima, sino desde el respeto profundo hacia el otro y hacia mí. La próxima vez que entre a un lugar, recordaré que todo es energía, que la persona que me atiende, me habla, me observa…es un reflejo de mi propia vibración.
Si algo me incomoda, me detendré.
En vez de culpar o reaccionar, miraré hacia dentro.
Me haré la pregunta más poderosa:
¿Por qué atraje esto?
¿Qué parte de mí está en desequilibrio para haberlo manifestado?
Porque todo es vibración. Y lo que vivo, lo que experimento, lo que llega a mí…es una respuesta a la frecuencia que estoy emitiendo.
No hay víctimas cuando entendemos esto. Solo un llamado constante a volver a nuestro centro.
EL PODER DE ELEGIR
La respuesta siempre está en la calma. En la observación silenciosa. Ahí es donde todo se acomoda. Donde el alma susurra. Los pensamientos se convierten en emociones. Y si no las sentimos, si no las trabajamos… se acumulan. Y terminan hablándonos a gritos.
Sentir está bien.
Lo que no está bien es quedarnos atrapados en el papel de víctima.
Ese lugar donde cedemos nuestro poder y esperamos que todo cambie afuera.
Hoy sé que tengo el poder de elegir.
Elegir responder, en lugar de reaccionar. Y sobre todo…
Ver a cada persona que cruza mi camino como lo que realmente es:
una conciencia, un ser igual a mí, transitando su propia experiencia humana, a su manera, en su tiempo.
Todo está conectado. Todo nos enseña. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a ver la lección?