Lo que Me Conté… y Terminé Viviendo
Cuando enfrenté los ataques de pánico y elegí vivir.
CRECIMIENTO PERSONAL
Gabriela Juvera
7/21/20252 min leer


Hace algunos años, cuando estaba a punto de atravesar mi separación, viví una de las etapas más difíciles de mi vida. Fue entonces cuando comenzaron los ataques de pánico.
Eran intensos. Recuerdo cómo, al subirme al coche, apenas encendía el motor, sentía que no podía respirar. El corazón se me aceleraba, el miedo me paralizaba, y una certeza oscura me invadía: “Voy a morir”.
Mi mente entraba en un bucle: respiración agitada, sudoración, … y esa sensación aterradora de perder el control.
Intentaba calmarme, pero el cuerpo no respondía. La presión arterial se disparaba. Y yo, al borde de la desesperación.
Por fuera, nadie lo notaba. Por dentro, sentía que me rompía en pedazos.
Siempre fui reservada con mi vida personal. Por eso, la única a la que le conté lo que vivía fue a mi hija de en medio. Un día me sentía tan mal que le dije: “Nos vemos en el hospital…” Pero en ese instante, algo dentro de mí reaccionó. Pensé: “No quiero que me vea así. No quiero llevarla a ese lugar.”
En ese tiempo cargaba con todo el peso económico del hogar, mi exmarido había vuelto a estar activo en el alcohol, y mi hija menor aún estaba en primaria. Las responsabilidades y la vida que tenia me asfixiaban.
¿Cómo salí de ese abismo?
No tenía herramientas.
No conocía técnicas de respiración.
No sabía nada de manejo de ansiedad.
Pero algo profundo me impulsó…
Comencé a hablarme —a gritarme— a mí misma:
"¡Gabriela! ¡Vas a vivir! ¡Vas a contar las grandes cosas que el Creador ha hecho contigo!"
Y repetía una y otra vez el versículo que se convirtió en mi ancla:
Salmos 118:17
Lo hice mío. Lo creí. Lo declaré con tanta fuerza y emoción… que surtió efecto.
Ese momento me reveló algo poderoso: la mente es como un genio de la lámpara.
Si te repites historias de derrota, tu mente buscará situaciones para confirmarlas.
Pero si te afirmas palabras de vida, también lo hará.
La historia que te cuentas tiene el poder de abrirte caminos… o de encerrarte en ellos.
Hoy comparto esto porque sé que quizá tú, como yo en ese momento, estés enfrentando un miedo, una carga o un dolor que parece imposible de sostener.
Y quiero decirte —con todo mi corazón—:
No estás solo.
No eres débil.
No estás roto.
Si alguna vez has sentido palpitaciones, falta de aire, miedo intenso sin razón aparente…
Si tu cuerpo reacciona como si estuvieras en peligro, aunque no entiendas por qué…
Eso tiene nombre. Y no estás loco. Se llama ataque de pánico.
Las emociones no procesadas no desaparecen… buscan la forma de salir.
Y a veces, el cuerpo grita lo que el alma calla.
Por eso, cuando sientas que la tormenta te supera, empieza ahí:
Con una palabra.
Con una afirmación.
Con la historia nueva que elijas contarte.
Hoy puedo decirte con certeza: se cumplió.
Vivo. Y sí… ahora cuento las grandes cosas que el Creador ha hecho en mi vida.
Porque cuando declaras palabras de vida, el universo mismo te responde.
¿Alguna vez has sentido algo así?
Tal vez hoy sea el día para comenzar a contarte una historia diferente…
Una historia donde no eres víctima del miedo, sino dueño de tu poder.
Si esto resonó contigo, te invito a compartirlo para que otras personas puedan sanar.
Te abrazo.