Un trabajo no te define
Eres mas que tus logros y de un puesto, eres un ser que vino a crecer.
CRECIMIENTO PERSONAL
Gabriela Juvera
2/28/20254 min leer


UNA PETICION AL UNIVERSO
Hace 20 años le pedí al universo —Dios— que me ayudara a encontrar un trabajo donde pudiera aplicar lo que sabía hacer. Me sentía un poco perdida, necesitaba estabilidad y soñaba con un lugar nuevo donde pudiera crecer y desarrollarme.
EL PESO DE LA ESTABILIDAD
En ese momento también atravesaba un cambio en mi primer matrimonio. Mi ingreso económico era fundamental y en ese tiempo solo tenía dos hijos que dependían de mí. La parte económica pesaba, y por eso ese trabajo era tan importante.
Así fue como llegué a una entrevista con un head hunter que me canalizó a un despacho de abogados muy reconocido. En Recursos Humanos, al ver mis habilidades, decidieron ubicarme en el área de cobranza y facturación. Y así empezó todo.
Estuve ahí dos años. Aprendí muchísimo. Me tocó lidiar con personas muy difíciles, reforcé mi inglés, mi redacción, y me adentré en temas contables que nunca había estudiado antes.
UNA NUEVA ETAPA
Más adelante, pasé a otro despacho aún más importante, donde me quedé nada menos que 18 años. Tuve momentos personales muy complicados en mi vida, el divorcio, afrontar muchas cosas de mis hijos sola, ya tenía a los 3, y ahí encontré apoyo. Hice muy buen equipo con los socios, y terminé desarrollando habilidades que no venían de mis estudios formales (yo no soy contadora), pero me desenvolvía como si lo fuera.
DESEO INTERNO
Aun así, con el paso del tiempo, comencé a sentir que algo dentro de mí quería más, a raíz de mi crecimiento personal y encontrar el propósito en mi vida. Ese “más” no era un ascenso. Era libertad. Había un fuego interior que me decía: “Debes vivir de ti, no del sueño de otros.”
Pero no sabía cómo salir. Me debatía entre el deber y ese llamado del alma. Hasta que un día, llegué a la oficina y supe que algo iba a pasar. Y pasó: me llamaron para decirme que los socios habían decidido que mi ciclo en la firma había terminado. Y para mi sorpresa… sentí alivio.
Ellos estaban apenados, confundidos. Incluso fui yo quien los consoló. Les dije: “Todo en la vida son ciclos. Ustedes solo están siendo los mensajeros de algo más grande.”
SEÑAL CLARA DEL UNIVERSO
Para mí, fue una señal clara: “Estás lista para salir al mundo. Yo te sostengo en todo.”
Me dieron dos semanas. Y durante ese tiempo, no me fui con rencor, ni con enojo. Al contrario. Reflexioné sobre lo vivido, agradecí las amistades, todo lo que aprendí. Apoyé con todo a quien llegaría a reemplazarme, sin ego, con el corazón abierto.
LIBERACION DE UN CICLO
Un mes después, ya fuera de ese entorno, me sentí como si me hubieran quitado un velo de encima. Había salido de la dinámica de ser empleada, de adaptarme, de moldearme…
Y entendí algo muy profundo: Ese trabajo no me definía. No era lo que soy. Ni lo que puedo llegar a ser.
Durante años me amoldé a lo que se esperaba de mí, a lo que el entorno requería. Pero ahora, al ser libre, puedo finalmente ser lo que mi alma siempre quiso ser. Y para eso, se necesita propósito, valor… y fe.
FUERZA DE LA FE
Fe en que lo bueno está por venir. Fe en uno mismo. Fe en que lo mejor sucede cuando te atreves.
Y no, no minimizo lo vivido. Todo lo contrario. En cualquier trabajo se crece:
• Aprendemos a tratar con todo tipo de personas
• A reconocer el verdadero liderazgo
• A poner límites
• A descubrir de qué estamos hechos
También pasé por momentos muy duros, donde tuve que defenderme y poner límites firmes, especialmente con la socia ,donde su trato me minimizaba. A medida que fui creciendo, fui ganando confianza en mí misma, sembrando mi trabajo con dedicación. Llegó un punto en que tuve el valor de poner límites laborales importantes, eso fue, también fue un gran acto de amor propio..
EL VALOR UNICO
Cuando me despedí de un socio me dijo: “Todos somos reemplazables.” Yo no lo creo. Nadie puede reemplazar la energía, el compromiso, el corazón que uno deja en un lugar.
Porque lo que sembré, lo que impulsé, las veces que ayudé a otros a crecer, a ganar sus bonos, los momentos en que di más allá de lo que se esperaba… Eso no se reemplaza. Eso deja huella.
Mi esencia, mi energía, mi forma de ser… son únicas. No soy una pieza intercambiable. Hoy cierro ese ciclo con gratitud. Me honro.
Hoy, al mirar atrás, me doy cuenta de que cada etapa de mi vida, cada desafío, cada ciclo cerrado, fue necesario para llegar a este momento de transformación. Cada experiencia, por dolorosa que fuera, me enseñó algo valioso sobre mí misma y sobre lo que realmente quiero. El camino no siempre es fácil, pero lo que he aprendido es que, cuando te atreves a escuchar tu alma, el universo responde no a lo que quieres sino a la vibración que emites.
Recuerda que tú también tienes el poder de escribir tu propia historia, de redescubrirte, de volar sin miedo... Confía en tu proceso, en tu tiempo y en el universo que siempre te acompaña.
¿Qué paso vas a dar hoy para acercarte más a la vida que realmente deseas?